sábado, 22 de septiembre de 2007, 6:21 p. m.
¿Ocaso?


Qué mejor ejemplo que el del dibujo para entender que la evaluación debe realizarse pensando en las diferentes personalidades e identidades que tenemos frente a nuestros ojos, comprender que la diversidad de alumnos a los que nos veremos enfrentados nos obliga a ampliar nuestra mente y realizar cambios, quizás mínimos pero cambios al fin y al cabo, si bien el primer capítulo nos muestra un sin número de razones por las cuales se piensa en el ocaso de los sistemas tradicionales centrados en las pruebas, es porque la actitud y autonomía que poseen los estudiantes hoy en día es distinta a la de hace ya cinco años, si no, miremos atrás y observemos como nos desenvolvíamos nosotros en el colegio… o sea, “la revolución de los pingüinos” es un claro ejemplo de éste cambio tan notorio. Tratar de conocer las distintas “tribus urbanas” que existen hoy en día y el pensamiento que tiene cada una de ellas es fundamental para ser buenos docentes y hacer de la evaluación un proceso dinámico y no sólo un instrumento para pasar de curso, debemos tratar de generar un cambio de actitud y hacer que los alumnos se motiven por aprender, lo que en mi opinión es una de las partes más importantes dentro del proceso enseñanza-aprendizaje. Quizás debido a esto se trata constantemente de generar cambios desde el Ministerio de Educación con la confección de los planes y programas, pero entonces ¿Por qué éstos no dan resultado?, ¿Por qué el constante fracaso en la educación chilena? Debemos ser capaces de mirar más allá y reconocer nuestras debilidades como cultura.

Es así como relaciono el término de la evaluación tradicional: con nuestra cultura, puesto que la idiosincrasia chilena es demasiado tradicionalista y resulta más cómodo trabajar sobre un plan que ya está escrito, que realizar los cambios adecuados o más aún crear un plan nuevo que permita mejorar los sistemas de evaluación; si bien el sistema de evaluación tradicional tiene sus falencias, debemos reconocer que algunas de las medidas que desarrolla han sido eficaces utilizándolas en un tiempo y/o contexto determinados. Es importante mencionar que el sistema tradicional presenta, entre otros, dos puntos débiles que interfieren a la hora de diseñar o replantear los instrumentos evaluativos, éstos son la gran cantidad de alumnos y las pocas horas de clases disponibles, es por esto que las técnicas de evaluación deberían ser consistentes con los proyectos de enseñanza-aprendizaje de la institución en la que se implanten, y deberían garantizar la efectividad y evitar el fracaso académico, la igualación de las oportunidades y la diversidad de rasgos personales que diferencian a cada estudiante en el modo de acceder al conocimiento.

Son todos éstos factores los que nos conducen a realizar pruebas que nos indicaran, nada más ni nada menos que, la cantidad de alumnos buenos o malos que tenemos a cargo. Un ejemplo que representa la realidad de una forma muy clara, es que si se realiza un examen de menor dificultad un alumno tendrá mejores resultados (cuantitativos) que si a la misma persona se le realiza un examen con un grado de dificultad mayor, precisamente esto es lo que daña el proceso de enseñanza-aprendizaje y no sería útil para decidir si el alumno realmente aprendió de manera significativa.

Para erradicar quizás este pensamiento, o más simple aún, generar algunos cambios para que se logren de manera efectiva los objetivos planteados se vuelve necesario generar un aprendizaje realmente significativo en el estudiante que pueda utilizar en su vida diaria, dando origen al concepto y la estrategia de evaluación auténtica que se entiende como la forma de realizar tareas que simulen cambios y situaciones complejas que ocurren en el mundo real. Idealmente en éste tipo de evaluación al estudiante se le presentan un conjunto completo de expectativas relacionadas con una tarea y se espera que se involucre en una serie de actividades relacionadas con ésta.

Wiggins describió una tarea efectiva como “cambios no estructurados y roles que ayudan a los estudiantes a ensayar las ambigüedades complejas de la vida cotidiana, adulta y profesional”. Éste tipo evaluación enfatiza la transferencia de habilidades a situaciones poco familiares más allá de la sala de clases.

Para que éste tipo de evaluación o modelo funcione adecuadamente se deberían tener en cuenta ciertos factores que serían: comenzar un tema o una unidad con los conocimientos previos que el alumno posee, generar además una motivación intrínseca, fomentar el pensamiento divergente y sobre todo que los ritmos de aprendizaje sean lo más paralelos posibles dentro del aula en el transcurso de la materia.

Para que el profesor logre esto que parece imposible, se deben tener en consideración y conocer a cabalidad los principios que rigen una buena evaluación, para así discriminar los factores que no influyen directamente en ella, estos serían los siguientes:

  1. La continuidad y permanencia de la evaluación.

  2. El carácter retroalimentador del proceso evaluativo.

  3. Funciones de la evaluación en el proceso de aprendizaje.

  4. Propiedad consustancial del proceso evaluativo.

  5. Utilización de nuevos procedimientos de evaluación.

Teniendo claro todo esto es cómo se terminará con el abismo que existe entre las personas que impulsan los cambios y quienes los llevan a la práctica, que en éste caso es el profesor que interactúa a diario con las personas que serán evaluadas, sin dejar de lado entonces que la evaluación no debe ser independiente del proceso de enseñanza-aprendizaje sino la herramienta fundamental unida al maravilloso proceso del aprendizaje.


Finalmente, ¿Cómo podría yo plantear nuevos métodos de evaluación, o cambios a los ya existentes, sin caer en la irresponsabilidad de escribir aquí una receta si no conozco la realidad en la que voy a desenvolverme? ¿Cómo podría yo además sentirme motivada a crear alternativas de evaluación si éste comentario se escribe sin más motivos que obtener una nota, dejando de lado las expectativas que yo tenía puestas en el blog?

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posteado por Carolina
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